Identidad

Normalmente, con la convivencia se inicia la etapa de identificarse como pareja, de dejar de lado el tú y el yo, que son reemplazados por el "nosotros", donde el compartir es la fórmula esencial

Lo principal para crear ese "nosotros" es el desarrollo de la intimidad, que lleva a los dos a mostrarse más abiertamente. La comunicación juega un papel fundamental en esa apertura para convertirse en descubridores y no en juez del otro. Es colocarse en el lugar del otro, entendiendo lo que piensa, siente y cómo actúa.

Para que la intimidad se desarrolle hay que vencer el miedo a mostrase a sí mismos con sus temores y vergüenzas, ese temor a decepcionar al otro, lo cual es un error, porque uno es amado realmente cuando se muestra tal como es y el otro así lo acepta.

Comunicación sexual

El lenguaje íntimo de la pareja se expresa a través del cuerpo, donde la comunicación va más allá de las palabras. Es una comunicación integral que refleja los más profundos deseos, temores y necesidades, y que da la posibilidad de descubrir diferentes facetas de la personalidad.

Hay que considerar el afecto sexual como algo que se debe aprender. Algunos piensan erróneamente que el hombre siempre tiene que "hacerlo bien a la primera", como si naciera sabiendo.

A la mujer, en cambio, históricamente le ha estado prohibido llevar la iniciativa en cualquier relación sexual, obligada a ir siempre a remolque de lo que el hombre dictara, aunque ello le impidiera disfrutar plenamente. En términos sexuales, la mujer tiene un proceso de excitación más lento, con lo cual es importante que ella guíe al hombre señalándole lo que le agrada o le desagrada, haciendo la relación más satisfactoria. De esta forma, la relación se hace "con" el otro, y no "a pesar" del otro.

Actitud frente a las disputas

Como dijimos al comienzo, no es extraño encontrar parejas que poco después de iniciar la vida en común se ven invadidos por la desilusión. Probablemente, pensaran que todo el amor que profesan hacia su compañero o compañera haría imposible la aparición de discusiones y enfados relativamente importantes. Podría decirse que el amor entre los dos miembros de la pareja es el bálsamo capaz de curar las heridas que provocan las desavenencias, pero no una vacuna infalible, por intenso que ese amor sea. Se debe tener presente que los conflictos, a veces importantes, a veces absurdos, son el peaje que hay que pagar para que la pareja continúe avanzando satisfactoriamente por la autopista de su relación.

Los padres

La relación con la familia de origen cambia radicalmente: se hace más madura y adulta. La madre y la hija se ven ahora como esposas o compañeras de sus respectivas parejas, y no sólo como madre e hija.

La libertad emocional con los padres no se consigue de forma instantánea, sino que se va logrando paulatinamente. La pareja debe tomar esta separación como un proceso sociológico normal. Una separación gradual y nada traumática permite que entre ambos se desarrolle una identidad común.

Por su parte, los padres pueden ayudar a la pareja de muchas formas. Estas ayudas a veces también son necesarias en la medida que no interfieran con la relación de pareja y no afecten a su intimidad. Iniciar una nueva vida con otra persona no debe significar nunca una ruptura drástica con aquellos con los que hemos compartido nuestras penas y alegrías hasta este momento.

Para terminar, debemos recordar siempre que lo principal que tiene que aprender una pareja que se embarca en la apasionante aventura de vivir juntos es crear una identidad común que sea capaz de vencer los contratiempos y desavenencias que inevitablemente irán surgiendo a lo largo y ancho de su relación